Ya teníamos ganas de volver a esta sidrería que no pisábamos desde hacía 20 años, durante la III Sagardo Bira.
Asistentes: Mamen, Iker, Ana, Edu y Nesss
De comer, para empezar txorizillos a la sidra, un trozo para cada. Mamen parte el suyo por la mitad y como se queda hablando con el txotxero, Edu tiene que llevarselo con pan. Luego una peazo de tortilla donde claramente se veía que era de bakalao; eso si, poca sal y poco jugosa. Ana y Nesss juegan a comer del lado del otro. Posteriormente cinco trozos de bakalao frito con pimiento verde y cebolla. A continuación tres txuletones que fueron mejorando en sabor según las servían; las dos primeras estaban rodeadas de hueso y magro, que al quitarlo el resto era todo carne, estrecha, alta y roja por dentro y con trozos de sal por fuera. Nesss destaca cortándolas, para sorpresa de Edu, pero para la tercera, más fina pero de mayor superficie, está ya desfallecido y Edu recoge el testigo de cortador. Hay que indicar que sólo la primera tenía huesos para repartir las armónicas; las otras tenían huesos únicos que no se dejaban romper, lo que provocó en Edu algún estigma. De postre, queso, nueces, membrillo y dulce de manzana (atención, hemos dicho "y"). Alguna nuez también provocó sangre a alguno. Total, 147,29 euros, que redondeando toca a 30 cada, precio que consideramos muy justo para lo que jamamos.
La cuadrilla de hombretones tarda poco en enseñarnos que se puede ir cambiando las que están abiertas. Uno de esa cuadrilla tiene una cara que nos suena. Al hablar con él comprobamos que es quien creíamos. Estaba ligeramente chisposo y le ilusiona que le reconozcamos tras años sin verle. No le pasa el efecto Kermit de envejecimiento. Según pasa el tiempo va llenándose la sidrería con bastante más gente de la que esperaban (efecto contrario a aquel día en Irigoien- Herrero). La mesa más poblada tiene como protagonista a la chica de la diadema, quien bebía, damos fe. Hacía años que no veíamos a dos chicas solas de sidrería, se sentaban además con la banqueta entre las piernas, lo que en el caso de la de la minifalda causaba algún problemilla de bizqueo al indio Ojo Avizor. La cuadrilla que se sienta al otro extremo de nuestra mesa saca la banqueta para sentarse mientras comen. Nosotros metemos al principio los extremos de nuestro lado, pero Ana acaba sentándose y hay que volver a moverla (a la banqueta).
El txotxero es reemplazado a veces por una txotxera muy sonriente (a la que Edu fuerza para que le de una tarjeta y no un tríptico) e incluso por un txotxero menor de edad. La sidra nos gusta, sobre todo las que abre el txotxero. Ya al final nos sacan a la puta calle, en la pared derecha del caserío donde tienen más kupelas metálicas, una de ellas forrada de poliéster y a la que llaman la fea, otra con un txorro bajo casi paralelo al suelo (unos 20º), la cual encanta a Edu que consigue colocar su vaso en el sitio correcto del suelo para que se llenara solo. También gusta mucho otra kupela donde hay que levantar el brazo para llenar el vaso. Edu y Nesss son los únicos en manga corta ahí a pesar de que se congelaban los pingüinos. Bebemos varias-muchas veces tanto de las de dentro como de las de fuera, pues salimos dos veces. Acabamos descubriendo que la supuestas puertas a la cocina no lo son, sino que dan a escaleras de acceso a la vivienda, suponemos. Es el medio de comunicación para pedirles los extras, como que calienten un poco más alguna txuleta y similares,o pagar la cuenta.
Cuando todos salen de la sidrería para subir arriba estamos a punto de seguirles pensando en un nuevo txotx pero no, es que iban al restaurante a tomar cafe, por lo cual recogemos y nos vamos. En resumen, un buen sitio para celebrar el XX aniversario de la III Sagardo-bira y al que no habíamos vuelto en 20 años ni Edu ni Nesss. Es curioso, ahora parece que las que tienen servilletas de papel son las más castas.
Si en este acta se han echado de menos los nombres explícitos de algunos bares, es porque queremos preservarlos de posibles invasiones de gente que mea en las calles y otros comportamientos poco o nada cívicos. Queremos que sigan como son y nosotros disfrutar en ellos como hasta ahora. Esperemos que también se conserve así la sidrería, que nos ha gustado encontrar tal y como eran las de hace 20 años.